Toda nueva tecnología, surge como respuesta a las necesidades crecientes de la población y acaban por desterrar otras “viejas tecnologías”, pero, ¿Qué ocurre cuando una nueva tecnología sustituye a otra que ya era una nueva tecnología? Es el caso de los SMS, que como ocurriera con la mítica batalla Betamax-VHS de los ochenta, se ha visto desplazado por el uso de aplicaciones de mensajería instantánea.

Pero como si de un reducto se tratara, el sistema SMS permanece en todos los dispositivos móviles, y es que aunque se puede llegar a pensar lo contrario por las impresionantes cifras de consumo que sistemas de mensajería como Whatsapp aporta (más de 1.000 millones de usuarios activos) los mensajes, ahora tradicionales, de móviles siguen vivos para casos donde las apps no pueden llegar: desde pedir préstamos por SMS hasta informar de eventos y promociones de utilidad.

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Para qué se usa el SMS

El SMS se sigue usando para, tal como hemos introducido, casos donde no sólo una comunicación por app de mensajería pueda resultar ampliamente intrusiva, sino que se necesite una seguridad mayor que la que ofrecen estos sistemas.

De esta forma, información bancaria, confirmación de datos etc. se lleva a acabo mucho mejor y de forma más clara, precisa y segura mediante este sistema, que mediante la mensajería instantánea.

Una frontera necesaria

El hecho que para estos casos tengamos que confirmar por SMS o recibamos ofertas, información privada, promociones, eventos etc. por éste sistema antes que por el más popular a día de hoy a través de las apps de mensajería, reside en la fina línea que delimita la privacidad en dispositivos móviles.

En estos casos el SMS funciona como el correo personal: nosotros decidimos si queremos recibir o no la información, si queremos realizar una acción o si queremos ignorarla, sin más. Sin embargo, mediante app estamos entrando en el territorio personal de forma intrusiva.

Por mucho que pensemos que estas aplicaciones son “privadas”, es tan sencillo entrar dentro del círculo de nuestro día a día (de media consultamos estas apps al menos diez veces al día y por periodos de más de un minuto) como obtener un número móvil (o incluso seleccionarlo al azar) y ya estamos dentro.

Por otra parte la inmediatez juega en nuestra contra en casos como operaciones monetarias: a la hora de confirmar una operación, en una app la podemos cerrar con un OK en un segundo, ¿es esto una ventaja? En absoluto. Aceptar una operación bancaria requiere meditación y no un OK rápido y  que venga de cualquier canal sin posibilidad de verificarlo al momento.

Mediante el SMS recibimos la información tras haber aceptado el trámite de que queremos que contacten con nosotros. Una vez recibida la información la meditamos, la leemos y tenemos que abrir un nuevo canal de comunicación (un nuevo SMS), y enviarlo. Pese a que es un sistema igual de rápido, requiere mayor tiempo de reacción y por tanto, mayor seguridad a la hora de actuar financieramente.